Basta con la pasión: aprende a reconocer una relación abusiva.

Por Marie-Pierre Tachet

Licenciada en filosofía y ciencias de la educación

En el ensayo Basta con la pasión. El abuso en la literatura volvemos a leer ficciones literarias o populares para denunciar el mito de la pasión, ya que es necesario evaluar las consecuencias de una relación sin sesgos para protegernos. Observar el abuso en las ficciones nos lleva a distinguir las primeras señales y entender los mecanismos de la violencia. 

Muchas víctimas de violencia de género cuentan que durante los primeros meses o años de la relación tenían la impresión de haber encontrado a la pareja ideal. Sin embargo, al recordarlo ya había señales de peligro: celos, ataques de rabia, críticas, insultos. El cerebro, naturalmente, se enfoca en lo positivo y suaviza lo negativo; es el sesgo de optimismo. Así, se habla de temperamento volcánico en lugar de colérico, se habla de pasión en lugar de relación tóxica o abusiva. 

De igual forma, siempre nos inclinamos a los desenlaces felices en la realidad tal como es en las ficciones. De ahí que nuestra preferencia sea comentar sobre la riqueza del banquete de boda y olvidar como se enfureció el novio al descubrir que olvidaron las flores. Tampoco queremos pensar en lo que pasará después del final de la película, incluso cuando la pareja mostró todas las señales de una relación abusiva. 

Los productores y las editoriales saben bien cómo funcionamos, por eso van a presentar Cumbres borrascosas de Emily Brontë como la historia de una pasión eterna. En este sentido nos apetece mucho más que si se presenta como una historia de relaciones tóxicas. Cuando Hollywood lo adaptó en película en 1939 cortaron la mitad de la novela y cambiaron el final. De este modo, la historia de Emily encontró el mismo éxito que Jane Eyre, novela escrita por Charlotte, su hermana mayor.

Después de que las editoriales rechazaron su novela El profesor, Charlotte decidió escribir una novela con un final feliz. Tuvo toda la razón; pues Jane Eyre en seguida tuvo mucho éxito. No obstante, la escritora no cambió el carácter byroniano de su héroe, Rochester, un hombre mujeriego, mentiroso y violento, excepto antes de las últimas páginas. 

En la vida real no tenemos los poderes de los escritores que pueden resolver trastornos de personalidad en algunas páginas o terminar con los sacrificios y el amor del otro protagonista para que todo salga bien. Por consiguiente, es importante deshacernos de nuestros sesgos inconscientes y creencias para ver lo negativo incluso en nuestras ficciones favoritas. 

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